De hecho, cuando vamos a celebrar una gran fiesta familiar solemos prepararnos con anticipación. Preparamos nuestras mejores “pilchas”, nos aseamos de manera especial, desde días antes ya estamos pensando en la fiesta, en lo que se va a celebrar. La Resurrección de Jesús es la gran fiesta de los cristianos. Por eso a lo largo de estos cuarenta días tenemos presente en nuestro corazón y mente a quién y lo que vamos a festejar. Dedicamos más tiempo a conversar con el festejado en la oración; aprovechamos para reconciliamos con aquellos a los que hemos herido o nos abrimos a perdonar a quienes nos ofendieron; nos unimos a la pasión y muerte del Señor solidarizándonos de manera especial con aquellos que más sufren entre nosotros; dedicamos un poco de nuestro tiempo visitando a algún enfermo o a quien está privado de libertad; compartimos también algo de nuestra plata en favor de los adultos mayores más vulnerables del país a través de la Campaña de Fraternidad.
Con la llegada de este mes de marzo dejamos atrás las vacaciones, el descanso merecido, y nos reintegramos al trabajo y los escolares reinician sus estudios.
Que el Señor bendiga el esfuerzo de todos por seguir haciendo un país más fraternal, justo y equitativo.
P. Alvaro Lapetra, sm Párroco
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