En el año de la Misericordia: Conocer, Amar, Servir, ha sido nuestro lema anual y sin duda ha sido una inspiración diaria, especialmente, para los 84 estudiantes, que en estos días terminan su proceso escolar.
Estos últimos días han estado lleno de emociones encontradas, ya que por un lado está la alegría de terminar de la mejor forma un proceso, pero también la tristeza de dejar un lugar, una vida, que durante tanto tiempo ha sido su segundo hogar.
El día jueves 17 de noviembre, a eso de las 19:30 horas, se realizó la eucaristía de envío de los estudiantes de la generación 2016 de egresados, la que estuvo llena de signos, de ambiente de familia.
En la misa presidida, por nuestro Capellán Padre Ángel Pardo García, se vivieron momentos de gran profundidad y emoción, de encuentro como familia, de gratitud al Señor, por todos estos años, en ella se hizo además, entrega de las insignias del colegio, que son un símbolo de identificación profunda con la educación y la espiritualidad Marianista. Por último se entregaron unas hermosas cruces a los apoderados que dejan de serlo en nuestro colegio, que por tantos años han acompañado a sus hijos e hijas, pero que también han ido creciendo en el Ser Marianista.
Por su parte el día viernes 18 de noviembre a eso de las 20:00 horas, se comenzó la ceremonia licenciatura 2016, en la que no sólo 84 estudiantes terminaron un proceso, sino que 84 familias.
Después de una hermosa entrada, y el himno nacional, el Padre Ángel, hizo la oración de inicio, inspirada en el sentido de la vocación, luego las palabras del Rector, Don Ricardo Cáceres Guzmán, que nos planteó mirar la vida y la historia individual y colectiva, para encontrarse con una vida con sentido profundo del otro.
A continuación los estudiantes y sus familias, recibieron, con emoción sus licencias, que daban fe de años de trabajo.
Al finalizar, sentidos y profundos discursos de la representante de los Apoderados, la Señora Susana Henríquez Muñoz y de parte de los estudiantes, Yenny Díaz Bravo, que entregaron palabras llenas de agradecimientos y de historia vivida.
Sin duda fue una maravillosa licenciatura, que mucho más que un acto es un encuentro familiar en el agradecimiento y en el cariño compartido, que es lo propio del Espíritu de familia Marianista.